En “Corazón y pluma”, su segundo poemario, Alexandro Rodó separa la serenidad del alma eterna, del apasionamiento del corazón que involucra el auténtico amor repentino encontrado al volver la esquina, cuyo embriagador perfume te obliga a seguirlo allí donde este vaya.

Con esta intención del amor vivido, el poeta nos acerca, en un refinamiento platónico a esa adoración por el ser encontrado, como un veredicto de unión al corazón amado, anhelando, deseando ese amor, a veces imposible, que merodea entre palpitantes sueños y realidades de su espíritu inquieto, atraído por un enamoramiento de sentencia que, como un vendaval de poesía, luces y opacidades, deja arrastrar su corazón por ese gran amor de deseo y pasión irrefrenable del momento, escribiendo con su pluma de luz, de belleza, de irremediable frenesí, el mundo vital del ser caído en las redes del corazón.

Rafael Patiño Rodríguez