Soy periodista por intuición, historiador de corazón, traductor por placer, especialista en marketing por pura curiosidad, publicista utópico, y profesor universitario de vocación tardía. Y escribo por pura necesidad del alma. Mi currículo de más de tres páginas se resume en que he trabajado en importantes medios de comunicación y en varias grandes universidades públicas y privadas de Madrid.
Ávido lector desde la infancia, como muchas personas me enamoré de la literatura con los clásicos: Verne, Twain, Dickens, Cooper, Defoe, Wells, Agatha Christie… Después descubrí a los Grandes del Boom Hispanoamericano y caí rendido ante la magia de Borges, Cortázar, García Márquez, Onetti y tantos genios de la palabra hecha arte. El mundo anglosajón me atrapó cuando aprendía su idioma, y Woolf, Poe, Dickens, Twain, Dahl, Mansfield, Auster… me abrieron las puertas a infinitas posibilidades. También adoro a todos nuestros literatos, pero que nos obligaran a leerlos en el colegio no ayudó a disfrutarlos. Sin embargo, leo todo lo que cae en mis manos, sea del género que sea. Disfruto cada página, cada historia. De todos los libros saco algo importante para mi vida, porque sólo aprendiendo cada instante uno se hace y se siente mejor.
Siempre he querido escribir esas historias que pululan en mi cabeza, que vienen y van y dan vueltas persiguiendo un final adecuado, sorprendente o lógico, o puede que un desenlace anodino pero reflexivo. A lo mejor la eterna búsqueda de la historia perfecta es la quimera en la que me he sumergido durante años, pero me he animado a cruzar la frontera del tiempo y recrear una situación que sucede en momentos convulsos y críticos para la humanidad (como todos, ¿no?).
Si nos metemos en la piel de esas personas que vivieron aquellos días, si llegamos a pensar lo que los llevó a tomar aquellas decisiones, quizás (sólo quizás) logremos entender nuestro pasado, eso que nos ha convertido en lo que somos, y atisbemos el futuro, pues todo se repite una y otra vez en un ciclo sin fin.