Desde que tengo memoria, la fantasía ha sido mi hogar. Crecí rodeada de libros que me transportaban a mundos imposibles, desde los universos de Michael Ende y Terry Pratchett hasta las gestas épicas de Dragonlance. Pero la magia no solo estaba en las páginas; vivía en las historias que mi abuela Juana me contaba, un legado tejido con el sincretismo de sus raíces indígenas venezolanas y europeas. Su voz era un portal a realidades pobladas de espíritus de la naturaleza y seres que danzan entre lo visible y lo oculto. Esa mezcla de mitos ancestrales y la ciencia ficción de Asimov, Verne y Shelley, junto con el misterio de Agatha Christie y la maravilla de series como Star Trek, encendieron en mí una chispa que nunca dejó de arder.
A lo largo de mi adolescencia y edad adulta, esa pasión por lo fantástico encontró un nuevo refugio en la figura de los vampiros. Desde el clásico Drácula
de Bram Stoker hasta las atmósferas inquietantes de Déjame entrar, pasando por el magnetismo de Buffy Cazavampiros, el romanticismo juvenil de Crepúsculo
o el humor afilado de Lo que hacemos en las sombras, los vampiros han sido una constante en mis obsesiones literarias y audiovisuales. Esa dualidad entre la oscuridad y el deseo de trascendencia, entre lo inhumano y lo humano, sigue fascinándome e influyendo en mis historias.
Escribo porque no concibo la vida sin hacerlo. Mis historias navegan entre la fantasía urbana, la ciencia ficción fantástica y el romantasy, construyendo mundos donde lo imposible se vuelve cotidiano y donde los personajes aprenden a desafiar su destino. Me apasiona crear figuras inspiradoras, personajes que no solo luchan contra la adversidad, sino que la transforman en parte de su propia esencia. Mi estilo es intimista, mágico y visual, con una chispa entre lo canalla y el humor ácido. Buscando siempre envolver al lector en atmósferas que vibran con lo extraordinario. Cada historia que escribo es un intento de capturar esa emoción que sentí la primera vez que un libro me abrió las puertas a otra realidad.
Ahora, tras años de escribir en silencio, me preparo para dar el siguiente paso: compartir mis mundos con quienes, como yo, creen que la literatura es una llave para escapar, explorar y descubrirse. Mi mayor sueño es que cualquier persona, sin importar su edad, encuentre en mis relatos ese puente hacia lo maravilloso, esa ventana que nos permite ver más allá de lo que creemos posible. Porque, al final, la fantasía no es solo un género: es una forma de mirar el mundo.
... Y sí, contra todo pronóstico, sigo reflejándome en los espejos :)