Hola, me llamo Dolores Martín Medina, aunque prefiero que me llamen Loly.
Nací el 11 de noviembre de 1972, en Gran Canaria. En lo referente a mi infancia, fue bastante aburrida. Vivía en un barrio bastante malo de la isla y las posibilidades de salir a jugar eran nulas. Quedé huérfana de padre y madre a los 8 años, pasando a ser mi abuela, mi tutora legal, y la de mis dos hermanas mayores. También cuidaba de mí una tía materna soltera.
Estos hechos marcaron una relación muy profunda con la lectura y el cine, donde me refugié de la realidad.
Mis estudios llegaron a lo que antes se conocía como FPII, y por circunstancias de la vida ahí pararon. Me tocó ser cuidadora y sostén económico de la casa. Pasé a ser esposa, madre… Pero la lectura y el cine siguieron siendo, aún hoy, mi refugio. Pasé años con una historia en la cabeza, un libro que cogía con total entusiasmo y otros años abandonaba.
Hace alredeor de un año y medio me lancé y con la ayuda de alguien incondicional en mí lo terminé. Es un gran triunfo para mí, y no sé si llegará a algo, pero después de tantos años de lucha por terminarlo de pelear con el síndrome del impostor, tenerlo en papel es para mí una gran victoria. No tengo estudios específicos de letras ni de escritura. Solo tengo historias a montones que se agolpan en mi cabeza y que ahora luchan por salir.
He participado en algunos concursos de microrrelatos, algunos con más suerte que otros, pero he decidido no tirar la toalla.
Las historias me encuentran, me susurran y a veces me sacuden hasta que las pongo en papel. Están llenas de magia, raíces, voces antiguas y personajes salidos de otros mundos, aunque siempre con pie en suelo humano.
Creo firmemente que escribir no es solo inventar, es recordar lo que aún no ha ocurrido.