THÁNATOS
La vida y la muerte nos muestran una única realidad incuestionable. Nacemos, y venimos a este mundo con un propósito pero, cada uno de nosotros, emprende su particular camino. Ese es el tema de estos cuatro relatos que hoy os presento. En todos ellos subsiste una misma emoción intrínseca: el amor, en cualquiera de sus formas. ¿Cómo, entonces, las protagonistas, se tropiezan a su vez con la muerte?
En el primero de ellos, una muchacha del sur decide trabajar como niñera en una mansión indiana tan viva como sus propios habitantes. Paredes y personas lloran, chillan y maldicen mientras una niña juega a ser gaviota.
En el segundo, la casa y la dueña de esta se comportan como héroes y villanas al mismo tiempo. Una joven atrevida penetrará en su interior y se encontrará con tantas sorpresas que deseará no haber osado llamar a la puerta. La muerte, a menudo, tan solo se lleva los cuerpos.
En «Muerte y Resurrección», la realidad y la fantasía se mezclan en un cóctel costumbrista. Una casa cualquiera, en un barrio normal, cuya dueña, ya anciana, baja todos los días a comprar el pan y regresa, minutos después, a la soledad de su hogar. Hay habitaciones que esconden dramas, diría nuestra anfitriona, si no tuviese la boca sellada por el miedo.
En «Hormigas Amarillas» se dibujan la angustia, la sinrazón, el desasosiego y la cordura como si de un collage histriónico se tratara. La protagonista se encuentra en un callejón donde la salida tiene el color del sol. Solo debe atravesar la puerta. O no.
Por último, aunque no menos importante, cierro esta colección de palabras teñidas de sal, con un poema que también acude a la muerte para expresar su sentir.
«Si el camino acaba mañana
… seguiremos juntas».