El primer hijo de Antonio y María nació en 1965 en Andalucía y fue bautizado con el nombre de Antonio Alberto Bolívar Titos. Allí transcurre su primera infancia, también bajo el amparo de sus abuelos paternos (Lelo y Mamaía), quienes despertaron en él —sin saberlo entonces— los deseos de escribir.
Su abuelo, apasionado contador de historias, y su abuela, que recibía cómplice sus primeros escritos. Su niñez transcurre rodeada de olivos, los mismos que se convierten en el vínculo más fuerte con su padre, y a la vez, con su tierra. Este árbol aparecería, años después, en muchos de sus poemas.
Tras su infancia andaluza, la familia se trasladó a Alcalá de Henares. Alberto vivió su adolescencia en Mohernando con los Salesianos, quienes fortalecieron su carácter y su amor por los libros.
Se licenció en Filosofía y Letras y, en 1989, se trasladó a Alemania como lector en la Universidad de Halle, donde vivió la histórica caída del Muro de Berlín. Allí formó su primera familia y se convirtió en padre de Marcos (1994) y Maite (1998).
Su trayectoria le llevó a Costa Rica (1998) como asesor pedagógico en Colegios Alemanes. Es allí donde nace el poeta; un colega suyo le muestra sus poemas y le pregunta: «Alberto, ¿tú no escribes poesía?».
Hasta aquel momento, no. Más tarde, en México, trabaja como profesor y director del Bachillerato en el Colegio Humboldt y emprende una nueva etapa en su vida personal.
Su esposa, inspiración de gran parte de su poesía, le regaló no solo un amor inquebrantable, sino también dos hijos (Diego y Fabián) y la pasión por la compañía canina.
Tras ocho años en México, regresó a España, donde ejerce como director general del Colegio Montfort.
A lo largo de su vida, ha explorado múltiples facetas: la enseñanza, la literatura, el cine, la música y el placer de los paseos entre libros y naturaleza.
Con una musa, cuatro países recorridos, sesenta años de experiencias y miles de letras escritas y leídas, su historia aún sigue escribiéndose, rimando en consonante o asonante, como su propia vida.