Se erige como un espíritu inquieto y soñador, de gustos insaciables y pensamientos fugaces. Abogada de profesión, cuenta con un máster y es peregrina en búsqueda de los misterios que yacen ocultos tras las palabras en los ratos libres. Cree en el arte de la observación, en el poder de un abrazo en tiempos de crisis, y que los animales son mejores que las personas, hoy y desde siempre.
Desentrañar los secretos de diferentes lenguajes es otra de sus pasiones: el español no es su idioma nativo, es ciudadana del mundo y de lugar ninguno, y cree que haciendo lo que puede y diciendo, muchas veces, lo que no debe, puede lograr algo así como un sueño en vida, al menos durante ratos. A lo largo de su jornada ha cultivado un feraz jardín interior, donde las dudas son visitas insólitas, pero jamás la creatividad y la empatía.
El estudio y la reflexión son necesidades más que propósitos, y en cada proyecto busca encontrar una oportunidad de diálogo con lo bucólico y partes oscuras (de sí misma, de otros y de la vida en general), ya sea a través de la escritura o del simple acto de compartir un café sin prisas con compañías que merecen la pena. Al final, a sus ojos todo lo que no albergue a una esperanza vaga e inquebrantable carece de razón.