Aránzazu C. Torres, Valencia, 1975. Hasta los siete años vive en Denia, en una casa junto al mar, cuando se traslada junto a su familia a Alcalá de Guadaíra (Sevilla).
Trabajadora agrícola, técnico de jardinería, floricultora, monitora medioambiental, docente y ecologista, reside en diferentes lugares del país —Navarra, Castellón, Palma de Mallorca—, hasta que finalmente vuelve a Alcalá de Guadaíra. Amante de la naturaleza, siente una gran conexión con los animales. Disfruta del arte en todas sus variantes y le encanta bailar.
Todavía no había aprendido a hablar y ya sabía leer, no sabe si eso es posible, pero es como lo recuerda. Leía mucho y hablaba poco. Escapaba para sumergirse entre los libros. Solo quería leer y soñar.
Cuando escribe, sus pensamientos, sus emociones y su yo se ordenan y es capaz de darle algún sentido a esto. Cuando escribes, hablas contigo mismo y descubres verdades que eras incapaz de ver. Escribe desde siempre, mucho de lo que ha escrito ha desaparecido porque nunca le dio importancia. Tampoco se la da ahora, pero al menos siente que sabe por dónde pisa, se afianza en la tierra y le hace ser quien es. Escribe para encontrarse entre las palabras porque se ha perdido en la oscuridad muchas veces y en algún lugar debe de estar.