Yo soy el escritor que nunca escribió nada que merezca ser llamado literatura y que, ahora, cuando el libro de su vida está llegando a las últimas páginas se da cuenta de que todas las que se han pasado están en blanco. Algún sabio dijo por ahí aquello de que: lo que no está escrito es que nunca ha ocurrido, y yo, me doy cuenta ahora de que saber escribir es lo más grande, pero no escribir de cualquier manera como lo hacemos la mayoría de los mortales que creemos dominar la escritura. A mí me empezó a picar el gusanillo tras tomar la decisión de ingresar en la universidad, tuve que hacer la prueba de acceso para mayores de 45 años (tengo 67), con esa tediosa asignatura de acceso “Comentarios de texto”, ahí me di cuenta de que escribir me gustaba con locura y empecé a hacer cantidad de esos comentarios y a combatir con esa calamidad de escritor que había descubierto en mí, hasta entonces no había coma, ni punto, y mucho menos alguna tilde bien ubicada en mi escritura, pero a base de practicar lo voy superando en gran medida, hasta empiezo a creer que llevo dentro un escritor frustrado que todavía puede redimirse.
Para colmo la vida me ha llevado por otros derroteros poco compatibles con la literatura, negocios, estrés, éxitos, fracasos y todo tipo de distracciones que han supuesto un freno para mi inspiración, requisito indispensable para un literato, puesto que no escribe la mano, ni el bolígrafo, la pluma o el ordenador, es algo que ejecuta el intelecto al ritmo que le marca el corazón. Ahora me doy cuenta del porqué saber escribir es tan importante, y ya puedo clamar para mis adentros: benditos esos “Comentarios de texto”; si los hubiera agarrado antes, y bendita esta casa que me acoge y anima para que sin más demora me ponga manos a la obra (nunca mejor dicho).
Me preguntan sobre qué voy a escribir o en qué modalidad literaria y eso me plantea serias dudas, ya que jamás escribí obra alguna, aparte de unos microrrelatos en los que casi siempre he salido muy bien parado siendo finalista o seleccionado, es lo que me está animando para esta nueva aventura. El verso se me da bien, creo que soy capaz de acoplar una rítmica y entonación al poema bastante aceptable, aunque no lo he practicado mucho.
También me encuentro muy a gusto con la prosa, si bien es verdad que me cuesta arrancarme, pero luego ya fluye sola con cierta facilidad, hasta algunas veces me explayo y dejo que se me vacíe el alma en el relato. De nuevo ahondando en el abuso de la confianza que me da esta casa, esta vez con mayor causa ya que fue mi primera y pequeña obra para un concurso literario y la primera de todas las que tengo escritas hasta ahora, además de la cruda y estricta veracidad de la historia que cuenta, tantas veces narrada por mi santa madre. Con ella quedé finalista, lo cual me llenó de emoción por partida doble y por supuesto también me animó a seguir escribiendo.