Mi experiencia en el mundo de la escritura se puede resumir así:
“Había una vez, una niña, que muchos años después, gracias a un angelito del cielo, cumplió su sueño más hermoso".
¡Hola!
Soy NICOLETA.
Nací el día 7 de diciembre de 1972 en Alba Iulia, una preciosa ciudad rumana de Transilvania, Rumanía, muy cerca de la Tierra y el Castillo del Conde Drácula. En 1994 me casé con un hombre maravilloso, Gligor Drimbarean. Soy madre de un ángel y dos hijos: Julian (1997 - 2000), que es el ángel protector de mi familia, Catalin, el hijo mayor, y Sergio, el pequeño de la casa.
Vine a vivir con mi familia a España en el año 2007. Amo la naturaleza, el cielo, los animales; de hecho, llevo más de catorce años viviendo en un olivar grande en Belvís de la Jara, Toledo.
¿Qué es lo que me inspira?
Creo que los retos que me parecen inalcanzables, imposibles… Amo los retos; siempre pensé que la edad es solo un número y que nunca es tarde para alcanzar los sueños.
Empecé a escribir en mi infancia, porque escribir fue y es la pasión de mi vida. Mis padres (mi madre, sobre todo) no me apoyaron en eso; pero, dentro de mi corazón había un fuego que quería salir.
Por las noches, cuando surgía la inspiración, la mayoría de las veces, me ponía delante de la ventana de mi habitación para escribir a la luz de una farola. Era mi manera de cumplir mi sueño.
En mis locuras, solo me apoyaron los compañeros de mi clase y mis amigos. Y luego, vino ella; la profesora de Lengua y Literatura Rumana. Ella me arruinó el sueño, diciéndome que nunca podré ser escritora. Mi mundo se vino abajo y por mucho que intenté escribir, ya no era la misma. Las palabras de una persona que debería enseñarme el camino, rompieron en pedazos mi ilusión. Renuncié al sueño de mi vida, nada más acabar los estudios, en el año 1992.
Luego, empecé a trabajar, me casé, nacieron mis hijos, viajé a España… Fueron eventos que cambiaron mi vida por completo. Todo pasó con una gran rapidez y mi deseo de escribir se quedó atrás, en tiempos olvidados. Nunca pensé que algún día, después de muchos años, volvería a mi vieja pasión.
El deseo de hacer un cambio importante en mi vida, me hizo retomar los estudios en el año 2018. Estudié un ciclo formativo de grado superior en Asistencia a la Dirección. Los dos años de estudiante fueron los más bonitos, desde cuando vine a vivir a España. Aprendí otra vez a soñar, a tener ilusiones… a vivir mi pasión de la infancia.
Ahora es cuando empiezo otra vez a escribir, porque al poner mis ideas y fantasías en un papel, me hace sentir diferente y vivir con intensidad cada momento de mi vida. Empecé a participar en concursos literarios de microrrelatos y poesías. Mis obras habían sido elegidas en las antologías correspondientes. Y… así es como la editorial Diversidad Literaria había entrado en mi vida sin darme cuenta.
En aquel día, una llamada misteriosa y una propuesta de participación en un Crowdfunding de relatos fantásticos cambiaría toda mi existencia. Mi participación en la antología “Baúles de tinta y fantasía” acabó en un contrato individual y mi relato “Anya y el Ángel de la noche”
abrió una puerta inimaginable en mi destino.
Fue el momento cuando estaba por nacer la novela de mi alma, el espejo de mis deseos:
“AZALEYA Y EL PEREGRINO ERRANTE”.
Estaba viviendo mi sueño de la infancia, pero mi colaboración con la editorial no se paró con el
nacimiento de mi libro.
Participé en el proyecto especial “Un final con mucho cuento” y he seguido participando en
los concursos de microrrelatos, donde llegue a ser una de las finalistas en la antología
“Escritores al alba VII”...
Cada paso me llevó hacia mi destino.
Un día, mi pequeño angelito me dijo: “Nunca despiertes de tu sueño, Nicoleta” y nunca lo haré.
El escribir fue y sigue siendo el fuego que llevo dentro, es la forma de sacar fuera el mundo
fantástico que llevo en mi corazón y en mi mente.
Cada relato, cada historia me transporta en un mundo que solo yo veo y siento, que solo yo
puedo manejar, porque en mi mundo de fantasía todo es posible.
Ahora, en este momento, veo a la niña que vivía sus sueños, escribiendo por la noche al lado
de la ventana de su habitación, a la luz de una farola. Veo como mi mundo fantástico y lo que
aquella niña escondió en su corazón, está cobrando vida.