Ha escrito “desde siempre, no logro evitar ese ejercicio trascendental", suele mencionar. Hasta esta novela ha sido el autor de millares de páginas, pero todas silenciadas. Nunca ha publicado ni una palabra; la vida y sus circunstancias le han impuesto el rigor de los mandatos sociales por encima de la valentía que supone el atrevimiento de sospechar que se tiene algo bello o enriquecedor que ofrecer y compartir. Esta novela constituye entonces la primera línea de su currículum literario. Un currículum, que animado por el arrebato de los que tienen una ilusión y una visión omnipresentes, espera se llene de párrafos significativos.
Esta obra,
La niña, el niño y el cartero ―su primera novela publicada―, es el resultado de la conjunción de un año errando por los rincones del continente africano del modo más salvaje que le iba siendo tolerable, del uso de ese tiempo para contemplar el planeta con la experiencia humana, y de consentir todo ello de un modo fantástico.
Fue cerca de un año, pero por el significado vital y existencial que le implicó, sostiene que el viaje en África es para él infinito. La mayor parte de lo que está volcado en la historia que narra la novela fue concebido por estar en ese magnífico continente, de hecho, toda la historia transcurre allí. En síntesis, esta primera obra literaria es de algún modo, una traducción fantástica inspirada en un viaje real por el continente africano.