Este libro lo compone un conjunto de relatos breves de muy variados tonos —trágico, humorístico, filosófico, lírico, de suspense…— cuyo tema en común es el de la prisa, ese fantasma que nos acecha y, tantas veces, nos hace trastrabillar, caer o tropezar.
Publico mi primera obra, Las prisas, a la edad de sesenta años, aunque sentarme a escribir haya sido un deseo constante, no siempre cumplido, desde niña. Me excuso pensando que ha sido así porque alguien me apartó la silla y caí en la corriente de las expectativas del trabajo, los formulismos y las parafernalias.
Aunque con un resultado a menudo perturbador, la prisa me ha ido empujando con el fin de conseguir algún que otro momento para respirar, habitar en la imaginación y escribir; y, por ello, aunque la trate de diablo, le ofrezco este irónico reconocimiento.