Violeta Hernández firma en redes sociales desde hace más de una década con el seudónimo Cahokia Wichita. Ambas palabras reflejan su predilección por los primeros americanos. Cahokia significa gansos salvajes y Wichita se refiere a una tribu. 

Nacida en Las Palmas de Gran Canaria su pasión por las letras nace en su tierna infancia. Por aquel entonces, ya asidua lectora, comienza su gusto por los cuentos de hadas, que lee tanto en inglés como en español por su educación bilingüe. 

Posteriormente centra sus estudios en literatura y en diversas lenguas, y entretenida por la vida siempre encuentra ocasión para escribir, lo que le brota como escape o por inspiración divina. 

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Abigail Soria (Buenos Aires, 1997) es escritora, poeta e ilustradora. Su obra transita entre la memoria, el viaje y las emociones humanas, siempre con una mirada íntima y simbólica. Ha participado en talleres de creación literaria y desarrolla proyectos personales donde la narrativa y el dibujo dialogan con la naturaleza, el amor y la introspección. Actualmente trabaja en un libro de cuentos inspirados en sus recorridos por paisajes rurales y en un proyecto poético sobre el amor y la pérdida. En sus textos, el viaje es tanto un desplazamiento físico como un recorrido interior.

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Benjamín Rupérez nació en Madrid en el año 1945. Es licenciado en Informática y ha desarrollado su vida profesional en empresas nacionales y multinacionales en entornos de Ingeniería civil, Consultoría y Gestión de empresas. Tras dar por terminada su vida profesional, se ha dedicado, entre otras actividades, a escribir. 

Publicaciones: El chico de la hamaca, Lo que nunca te dije, El golpista, Relatos… Raros, Historia de una pandemia, Juan Bautista Picornell (Memorias de un conspirador ilustrado). 

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Mi nombre es Amparo, soy de Ronda. Una de las ciudades más bonitas del mundo. Mi amor por la escritura viene desde pequeña. Al principio, odiaba leer pero un verano mi madre consiguió que me enamorara de la lectura, gracias a un libro que me mandaron como deberes para el verano: Las 12 gemas de Aarón. Más tarde, con mi imaginación quise empezar a escribir mis propias historias. Con los años, se convertiría en algo más que un hobby, la escritura pasó a ser una terapia para mí. A día de hoy, tengo la esperanza de que, cuando alguien con problemas similares a los míos, lea mis relatos al menos se sienta acompañado. Todo sufrimiento que se vive en soledad se sufre por dos.

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Nací en Guatemala, y la vida me trajo en 1991 a vivir a Antequera (Málaga). He sido muy feliz aquí y tengo muchas experiencias maravillosas.

En mi niñez mi mamá me hacía preguntas sobre los libros que leía.  Esto me ayudó a participar en el colegio en concursos literarios, siempre me gustó escribir. 

Pasaron muchos años y luego, en Antequera, me inscribí en un Taller de Escritura. Comprendí que sin importar la edad, la creatividad surge y es cuestión de darle alas.

Estoy en una etapa de mi vida en la que ahora puedo respirar  paz y, sin ser egoísta, debo ponerme como prioridad y volver a dejar que mi pensamiento se impregne de frases que hilvanan historias. Me inspira caminar, ver el amanecer desde mi ventana, donde el sol ilumina los olivares y viñedos de Mollina, donde ahora vivo.

Soy otra mujer que ha tenido grandes momentos y también otros que la hicieron resiliente.

Actualmente, estudio un Bachillerato Teológico. Trabajé como administrativa de inglés - español, pocos años.

No puedo dudar de que desde mi concepción hasta hoy, Dios ha estado a mi lado.

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Trotamundos, curiosa, preguntona, amante de las letras,  mi pseudónimo es lletraferida. La  comunicación en cualquiera de sus formas oral, escrita o inventada. 

Es maestra desde el 92, trabajadora  familiar a domicilio y tía.

Guardaba libretas, de  espiral, que mis abuelos utilizaban en el colegio que dirigían. Garabateadas por todos lados, durante mi infancia.

La alegre y difícil adolescencia fue el inicio de pequeños relatos, obras de teatro, cuentos de balcón, títeres y marionetas.

La juventud, buscando y viviendo historias para contar.

Y, hoy, a los cincuenta y tres,  expresando lo acumulado y narrando lo sentido.

Los retos literarios me motivan para dibujar palabras y, si ellas lo permiten, darles color.

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Nací en 1968, un año convulso a nivel global que la ONU declaró Año Internacional de los Derechos Humanos. Cuando tenía aún meses, el hombre pisó la Luna por primera vez, y el día que cumplía siete años, en España se proclamaba de nuevo la monarquía.

Mi vida, sin embargo, no se distingue especialmente de la de la mayoría de los mortales, en absoluta contraposición al hecho de haber vivido con mayor o menor cercanía geográfica momentos históricos importantes. Cosa, por otra parte, que con toda probabilidad cualquiera puede decir.

Creo en la literatura como vehículo indispensable para la libertad que aporta el conocimiento. No hace demasiado, me aficioné a escribir microrrelatos, sin embargo, mi espíritu inquieto y curioso me está conduciendo a hacer mis escritos más extensos, y confieso que me sirve para volcar sobre el papel múltiples ideas y cavilaciones que abordan mi mente en todo momento, sin olvidar lo mucho que me hace aprender.

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